mardi 14 juillet 2009

Comienza el viaje... (ahora sí que sí)

En el cielo...
Parece que todavía estuviera en el cielo, rodeado de nubes a ratos, sobre ellas ahora, dentro más tarde, entre unas y otras. Cuando no tengo nubes sobre mí, puedo observar el cielo; cuando no tengo nubes debajo, también, reflejado en apacibles espejos de agua rodeados de densos e interminables bosques de pino que se encaraman por sobre las laderas de las montañas rocayosas.
A veces el bus rasga la frágil envoltura de una de las nubes al pasar muy cerca, y toda ella se precipita en un instante en enormes goterones por unos cuantos segundos. Luego nuevamente la vista de la superficie lavada de las montañas, aún con breves restos de nieve escurriendo en finas cascadas por entre los breves espacios donde los pinos no pueden sostenerse y la piel rocosa de la cordillera se deja ver.
Colores de un oscuro verde intenso y brillante dominan el paisaje. Las aguas en los ríos toman tonos esmeralda al combinar en su reflejo el cielo y el bosque. Las rocas lavadas son de un oscuro azul metálico, y de pronto todo, completamente todo, se vuelve blanco, el bus es abducido por una nube que nos transportará por varios metros hasta otro punto del estrecho valle por donde se extiende la ruta. Ellas, las nubes, deciden que podemos ver y que no, que paisajes están prohibidos y cuales pueden ofrecer su exhuberancia a los visitantes.. Más tarde, el atardecer intervendrá el paisaje con sus dorados y ocres deslizándose por entre las cumbres y picos de la cordillera. Algunos rayos de sol se filtran por entre las nubes y encienden magicamente porciones de arena y rocas, contrastando en una danza de claroscuros con el fondo verde del bosque que le rodea.
Cuando las montañas se abren y dejan ver en su extensión el ondulado valle impidiendo el derrame del ocaso por entre las empinadas laderas que lo flanquean, entonces la respiración se va, desaparece súbitamente, igual que el paisaje tras la próxima curva, aunque su imagen perdurará en la retina aún por unos minutos más, fundiéndose en la mente con las nuevas imágenes.

Es el camino que va desde calgary a vancouver, extrañamente alejándome de mi destino en Montana, aún en la provincia de Alberta, pero ya casi en la frontera con la provincia de British Columbia.

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