mercredi 22 juillet 2009

The going back...

And at leaving Montana I feel this kind of saudade that you might get to feel when you leave long lifetime friends; like moving out of hometown, to a long distant destination.
And what could be better for that than a bus trip. Watching the hills slowly and monotonously go by through the window, almost like a loop film, always different, always the same. For sure it reminds me about life and its cyclical paths: long lifetime friends that I met less than a week ago, that I might meet again or not, that I might forget or treassure forever in my heart. And what does it matter, life will keep being cyclical, and hills will go down here, up there, trees will disappear in this turn, reappear in the next one... Maybe different trees, maybe same ones. And this single teardrop falls splattered with all of them: the long lifetime friends, the less than a week friends, and all the ones in between. All differents, all the same.

Montana

Estoy dejando Montana, nuevamente a bordo del insufrible 'greyhound', casualmente conducido por el mismo chofer que me dejó en Bozeman hace casi una semana.
El paisaje transcurre lento entre colinas doradas y grisáceas, muy parecido al de la carretera chilena en la zona central, a ese camino que hice tantas veces desde santiago hacia el norte, o quizás algunas veces hacia el sur.
Los amigos que dejo también se confunden con mis amigos de toda la vida, y entonces por fin entiendo cuantas cosas dejo atrás, por fin tomo el bus que me aleja de Santiago y me lleva a mi nueva vida, por fin siento el peso del viaje y su nostalgia. Cada kilómetro que se recorre ahora es un kilómetro más lejos de mi gente, de mi tierra. Cada árbol que aparece está un poco más distante de aquellos junto a los que he crecido... Y sin embargo son los mismos. Los mismos amigos que dejo en Santiago, los mismos amigos que dejé en Montana, los mismos que dejé en Australia, en Iquique, en San Pedro, en Brasil... Los mismos que seguramente encontraré en Montreal, todos diferentes, todos los mismos.

La fiesta

Como el matrimonio contempla invitados de distintas partes, hay eventos variados para aprovechar de conocer los alrededores y compartir con los amigos.
La despedida de soltero es dos días antes de la boda, y es simplemente un cocktel para calentar motores y luego un recorrido por los bares del centro, metiendo bulla y haciendo algunas pruebas. La novia está presente también.

La boda es en casa de una amistad de la familia, con un amplio jardín cruzado por un pequeño estero. El día es soleado y caluroso si no se está a la sombra. La temperatura debe bordear los 30°C y más bien seco. La ceremonia es en el jardín, a la sombra de unos árboles y al costado del estero.
Después de un par de horas conversando con los invitados e ingiriendo ridículas cantidades de té helado y aguas de frutas y hierbas, comienza una cermonia sencilla y breve, presidida también por una amistad de la familia: una señora muy particular, de más de 60 años y que participó de todas las actividades posteriores del día, incluyendo deportes, baile y bares más tarde.
De más está decir que la ceremonia no es religiosa (en eeuu, cualquier persona puede pedir un permiso para presidir una boda. Algo así como un permiso provisorio que le da la facultad de casar por el civil a la gente).
Los discursos de los novios, amigos y familiares no logro comprenderlos, pues estoy algo alejado y muy cerca del estero, pero la emotividad es evidente. Los novios, aunque ya viviendo varios años juntos y pretendiendo no darle mucha importancia a este tipo de formalidades, de todas maneras evidenciaron la emoción que provoca decirse uno a otro cuanto se quieren y cuán importante son el uno para el otro, y que esta ceremonia en el fondo simboliza el recuento de su vida juntos y la visión de lo que queda por delante, junto a todos sus seres más cercanos (y yo).

"vamos a tener que casarnos más seguido" se escuchó de repente, argumentando que parece ser la unica manera de reunir a los amigos dispersos por el mundo. Amigos de hawaii, india, europa y otros estados de eeuu y canadá (y yo), se habían esforzado por asistir al evento.

"Y ahora sí comienza la boda..." Era la expresión de los novios después de atravesar por todas las formalidades posteriores a la ceremonia, abrazos, saludos, fotos, etc.
Todos los que quisieran podían tomar una bicicleta y acompañar al cortejo matrimonial tras la carroza que para estos efectos era un triciclo con chofer y asiento, en cuya parte posterior se leía 'just married'. Otra carroza idéntica, pero sin la leyenda, llevaba al fotógrafo, que también era un amigo de la familia, y de hecho quien me hospedó todos los días que estuve allá, junto con otros amigos de los novios, conocidos de hawaii que se habían encontrado para la ocasión.

El resultado es un grupo de unas 30 bicicletas siguiendo los triciclos, más un grupo de automóviles a la retaguardia, invadiendo las calles, bebiendo vodka y saludando. La gente de la calle se reía y saludaban algo sorprendidos. Los otros automovilistas respondían de maneras divididas, algunos saludando con bocinas y otros, sin entender nada, intentaban resolver el misterio observando con una gran cara de interrogación al cortejo.
Los ciclistas se acercaban al triciclo, saludaban, bebían vodka, se alejaban y nuevos ciclistas realizaban el mismo proceso. La travesía de unos 10 o 15 minutos termina en un club social en un parque, donde se realizará la comida y la fiesta.

Después de la comida, un bufet sencillo y contundente de ensaladas y costillar y lomos de cerdo, más discursos, brindis y luego a bailar el tema elegido para reemplazar al vals, un tema de Niel Young que es de particular gusto de la pareja. Entre medio de brindis y conversación, surge la moción de jugar algo como baseball con pelota de playa, donde en vez de batear la bola hay que patearla. Todos al parque, adultos y jóvenes, hombres y mujeres, a jugar por al menos una media hora. Luego algunos rituales más, cortar la torta y esas cosas, y a seguir bailando. Una banda se hace presente para tocar música más bien folklórica y campesina, del tipo de todos giran en la pista intercambiando parejas que toman del brazo mientras giran y zapatean. El resto bebe, conversa, sigue jugando a la pelota o cuida de los perros y niños que también asistieron a la fiesta.
Ya después de unas 6 horas (la ceremonia comenzó pasadas las 4 de la tarde), se comienza a dispersar la gente, ordenar el local y comentar si se va a hacer algo más o no.
Finalmente un grupo, incluidos los novios, decide ir a un bar donde tocará una banda local. Allí continúa la fiesta y la mayoría, apostada en frente del escenario, baila hasta los ritmos más invailables que la banda de rock ejecuta.
Varios, armados de tiras de papel confort, ejecutan movimientos ondulados que le dan a la escena una fluidez y sincronía que llama la atención. Se produce una conexión que todo el mundo disfruta, aún quienes no estaban muy motivados de continuar la fiesta o quienes no están bailando, pero disfrutan de igual manera de la escena.
La fiesta continúa en otro bar, al que yo no asisto pues la gente que me llevará a casa decide retirarse.

Al día siguiente hay un 'brunch' en casa del novio (contracción entre breakfast y lunch, o sea, un desayuno almuerzo), y en la tarde se organiza un partido de fútbol mixto en la plaza. Esta vez sólo los amigos participan del evento, y algunos familiares ya se despiden para volver a sus respectivas ciudades o países de origen.

Las actividades siguientes, ya más dispersas, inluyen cicletada al monte, paseo al parque yellowstone y excursiones al río y la montaña. Aún después de mi partida, continuarán excursiones y campings varios a las distintas maravillas naturales de la zona.
A destacar, por supuesto, el parque yellowstone (el del oso yogi y el oso fumarola), con geysers y cascadas, aguas termales, animales nativos, treckings varios, etc.. Es un parque de más de cien kilómetros de extensión, así que imposible recorrerlo en tan poco tiempo y sin alojar en él.
También, una de las actividades locales favoritas de verano, la flotada en el río, que consiste en arprovisionarse de cámaras de neumáticos y otros similares, un cooler lleno de cerveza y arrojarse al río a flotar y beber arrastrados por la suave corriente por un buen par de horas.

El día de mi partida, los amigos de los novios con los que compartí alojamiento me van a dejar al terminal antes de partir a recorrer unas cavernas. Los novios nos encuentran en el terminal para despedirse también y luego seguir camino a las cavernas.

mercredi 15 juillet 2009

Vancouver

Al final decidí tomar un bus desde calgary hasta bozeman. El único problema es que no hay ruta directa, y debo viajar hacia el oeste en vez de hacia el sur, en una ruta unos 2000 km. más larga que la directa, pasando por Vancouver y Seattle.

La ruta cruza las rocayosas, la cordillera que atraviesa toda norteamérica. Es ahí donde me encontré en el cielo (ver post anterior) y donde posteriormente me encontré en aquel pueblo de eeuu desde donde salen los ferry hacia alaska.
La última ciudad en canadá antes de cruzar la frontera para llegar a ese pueblo fue Vancouver. Como allí tenía que hacer transbordo de bus, decidí quedarme por más tiempo, unas 10 horas, para aprovechar de conocer una de las ciudades más bellas de canadá. La propaganda acerca de ella no miente.

Vancouver está en la costa del pacífico, y la sorpresa fue grata al encontrar playas donde la gente aprovechaba un agradable día soleado de verano, en una costa de aguas tranquilas y tan o más temperadas que las de la costa central de chile.

La ciudad se aprecia tranquila, con un fondo cubierto de pinos cubriendo las pequeñas lomas que rodean el centro de la ciudad, dividido de los suburbios del norte por un ancho río, que da espacio a la navegación.
En la rivera existe un paseo peatonal y de bicicletas que tiene por contraste visual el centro de la ciudad por un flanco y las lomas cubiertas de pinos al otro costado del río por el otro flanco. Pequeños hidroaviones aterrizan y despegan constantemente en el río, algunos cruceros aguardan por sus pasajeros y una marina que renta yates son parte del paisaje en el río. A medida que me alejo del centro el tamaño de los parques costeros aumenta y me acercó a una península que es un gran parque también, con mucha fauna de variadas aves marinas y gente disfrutando el día, pescando, tomando sol, haciendo algún tipo de deporte o simplemente conversando o leyendo.
Del otro lado de la península aguardan las playas oceánicas, llenas de gente aprovechando los pocos días de verano que ofrecen estas latitudes, aunque ciertamente este lado del continente es bastante más templado que el atlántico.

La playa es breve, pero a continuación de ella se extienden los parques o simplemente anchas franjas de césped, que para muchos ofrece un exelente remplazo a la arena. También una gran piscina se ubica justamente después de una de las playas, un poco más elevada, ofreciendo las mismas ventajas de paisaje y la variedad necesaria para quiénes quieran disfrutar de la costa oceánica sin tener que lidiar con la arena, la sal, o cualquier otro temor marino.
Caminando por la costa hacia el centro, más parques, playas más extensas y más populadas, y el paisaje más urbano, mostrando el terreno más edificado hacia el sur de la península, y los puentes que acortan las distancias por sobre la bahía sur.
La ciudad es grande, y los suburbios se extienden a varios kilómetros del centro, y en verdad lo que sea que pueda describir aquí no replicará la sensación de frescura y relajo que esta parte del centro ofrece.
El resto del centro es común a cualquier gran ciudad, con edificios en construcción, bancos, edificios más históricos, etc. Es más bien pequeño, y se puede recorrer tranquilamente en una tarde, y descubrir algunos de los restorantes de variada cocina mundial. Recomiendase el "Taste of Hon's" (551 Seymour street). Es barato, contundente y sabroso. El local es limpio, sobrio y casi elegante; su apariencia hace pensar en una cuenta más abultada, pero con $10 se puede obtener casi cualquiera de los platos principales (como el tiger beef... mmmm...), suficiente para acabar con el hambre y degustar de algunos de los estilos orientales de cocina que se ofrecen en el local (thai, coreana, japonesa y china principalmente). Y con $3 más se disfruta de un gran vaso de té helado, preparado con distintas variedades de té y aromas, ciertamente un imperdible.

mardi 14 juillet 2009

Comienza el viaje... (ahora sí que sí)

En el cielo...
Parece que todavía estuviera en el cielo, rodeado de nubes a ratos, sobre ellas ahora, dentro más tarde, entre unas y otras. Cuando no tengo nubes sobre mí, puedo observar el cielo; cuando no tengo nubes debajo, también, reflejado en apacibles espejos de agua rodeados de densos e interminables bosques de pino que se encaraman por sobre las laderas de las montañas rocayosas.
A veces el bus rasga la frágil envoltura de una de las nubes al pasar muy cerca, y toda ella se precipita en un instante en enormes goterones por unos cuantos segundos. Luego nuevamente la vista de la superficie lavada de las montañas, aún con breves restos de nieve escurriendo en finas cascadas por entre los breves espacios donde los pinos no pueden sostenerse y la piel rocosa de la cordillera se deja ver.
Colores de un oscuro verde intenso y brillante dominan el paisaje. Las aguas en los ríos toman tonos esmeralda al combinar en su reflejo el cielo y el bosque. Las rocas lavadas son de un oscuro azul metálico, y de pronto todo, completamente todo, se vuelve blanco, el bus es abducido por una nube que nos transportará por varios metros hasta otro punto del estrecho valle por donde se extiende la ruta. Ellas, las nubes, deciden que podemos ver y que no, que paisajes están prohibidos y cuales pueden ofrecer su exhuberancia a los visitantes.. Más tarde, el atardecer intervendrá el paisaje con sus dorados y ocres deslizándose por entre las cumbres y picos de la cordillera. Algunos rayos de sol se filtran por entre las nubes y encienden magicamente porciones de arena y rocas, contrastando en una danza de claroscuros con el fondo verde del bosque que le rodea.
Cuando las montañas se abren y dejan ver en su extensión el ondulado valle impidiendo el derrame del ocaso por entre las empinadas laderas que lo flanquean, entonces la respiración se va, desaparece súbitamente, igual que el paisaje tras la próxima curva, aunque su imagen perdurará en la retina aún por unos minutos más, fundiéndose en la mente con las nuevas imágenes.

Es el camino que va desde calgary a vancouver, extrañamente alejándome de mi destino en Montana, aún en la provincia de Alberta, pero ya casi en la frontera con la provincia de British Columbia.

Comienza el viaje... (ahora sí...)

Ya de vuelta en eeuu., en un bus a pocos kilómetros de Seattle, en el último pueblo antes de alaska, pasando por el puerto desde donde salen los ferry que conectan ambos territorios, observo la puesta de sol en la bahía y me conecto con el 'comienzo' de mi viaje, ente comillas, pues vuelvo a estar en un aeropuerto que me llevará a otro aeropuerto. Pero este viaje casi en línea recta hacia el poniente tiene una extraña particularidad atemporal: ya en el avión observo por las ventanillas una hermosa puesta de sol que se quedará allí congelada por las próximas cinco horas.

Los atardeceres y amaneceres en estas latitudes tienen una interesante característica, especialmente en estos días cercanos al solsticio de verano, y es que el sol hace una trayectoria más bien oblicua, lo que hace que duren más. Los colores purpúreos se sostienen en el cielo por más tiempo, y esos azules oscuros del ocaso parecen adquirir nuevos matices al tener uno más tiempo para observarlos. Añadir a eso las características de alta humedad de montreal, que cooperan con la intensidad de los rojos y las siempre interesantes figuras de las nubes.

¿Ventana o pasillo? Antes de abordar mi vuelo de las 21:05, pensé para qué quiero ventana, si va a estar todo oscuro... Me tuve que conformar con ver el atardecer más largo de mi vida por entre los rostros de mis vecinos cercanos.
Consuelo: me podrían haber dado la ventana del lado equivocado. Pobre consuelo, pues el atardecer podía apreciarse por ambos costados.
Consuelo 2: desde el medio puedo elegir mejor que costado del atardecer observar. Eso sí es un poco cierto, pero aún resulta un pobre consuelo.

El aeropuerto de calgary es confortable, con un montón de gente con turbante y largas barbas grises haciendo el aseo, paseándose en gigantes aspiradoras/enceradoras, y con muchos asientos bastante apropiados para pasar la noche. Después de un breve tour descubro que no soy el único que no quiere pagar $120 por el hotel del aeropuerto, lo que me libera un poco del pudor que inicialmente sentía con la idea de pernoctar allí. Como tampoco soy un ser muy pudoroso, poco tiempo pasó antes de encontrarme sacando saco de dormir de la mochila e instalándome en una corrida de asientos sin abrazadera.

8:00 am y muy pocas ganas de levantarme, a pesar del movimiento de gente. Media vuelta, 9:00 am y la situación no ha cambiado nada. 10:00 am y pienso en cuanto le podría ofrecer a alguno de los pasajeros itinerantes para convencerlo de que me compre desayuno y me lo traiga 'a la cama'. 11:00 am y ahora sí ya es la hora de comenzar mi viaje.

lundi 13 juillet 2009

Comienza el viaje... (preparación)

Origen: ciudad de montreal, provincia de quebec, canadá.
Destino: bozeman, estado de montana, estados unidos.
Excusa: la boda de mis amigos Emerson y Jammie.

Será el hecho de toda una vida en chile, no lo sé, pero pareciera que las grandes distancias solo pueden existir de norte a sur (de arriba a abajo en el mapa para los perdidos) y no de este a oeste (derecha a izquierda). Por eso después de mirar el mapa y observar que ambas ciudades quedan pegaditas a la frontera horizontal que divide ambos países, ocurre la extraña percepción de que están relativamente cerca, cuando en realidad me habría salido más cerca ir a miami (ciudad que por lo demás en el mapa parece estar al otro lado del mundo). Al final resulta que la distancia en línea recta es de más de 3000 km. (¿alguna vez viajó entre santiago y arica o iquique por tierra? Bueno, piense en el doble y un poco más).

La idea original, resultado del mencionado problema de percepción: hacer dedo, cumpliendo con ello el concepto de viaje y adecuándose a la realidad económica de un desempleado.
El problema: el cálculo fue de sólo 4 días para realizarlo. Por alguna extraña razón, se me ocurrió que 3000 km en norteamérica equivaldrían a unos 1500 en chile, con una sola carretera por donde todo el mundo pasa. Cabe añadir que por supuesto la idea era irse por canadá, y atravesar sólo cuando sea justo y necesario al vecino del sur, sin tomar en cuenta la escasez de pueblos y ciudades que hay por esa ruta, comparada con la más sensata que habría sido atravesando inmediatamente a eeuu y seguir hacia detroit, chicago, minnesota, etc.
Resultado: nadie maneja entre canadá del este y del oeste, es decir, no más de cinco horas desde montreal. Ahí hay un tramo de unos mil kilómetros de nada, solo algunos parques y reservas forestales, bastante poco útiles para hacer dedo a lugares más distantes.

Habiendo despertado bruscamente de los delirios perceptuales, no me quedaba otra que 'planificar' mi viaje, perdiendo con ello una de las grandes ventajas de hacer dedo sin tener idea de nada.
El plan b era por supuesto el bus. Problema: el monopolio. ¿A oído usted acerca de tur-bus? ¿Se imagina los precios y la calidad del servicio en 10 años más, sin la aparición de competencia alguna ni la aplicación de las leyes anti-monopolio? Bueno, por eso es poca la gente que viaja en bus, tanto en corta como larga distancia. Para corta distancia incluso existe un sistema organizado de hacer dedo por internet, donde quienes quieren llevar gente programan sus viajes y quienes los toman cooperan con los gastos. Lamentablemente para larga distancia no existe. ¿Pero cómo es que nadie maneja dos o tres mil kilómetros para ir a las ciudades del oeste? me preguntaba yo mientras intentaba encontrar un aventón por internet.
Bueno, obligado al bus, que tiene tarifas 'especiales' (o razonables) sólo si se compra con 15 días de anticipación... Por supuesto que para ese entonces ya quedaba menos que eso. ¿Y la diferencia de precio cuánto es? Algo como el 50% adicional. Ahora, el 50% de poco, es poco, pero el 50% de mucho...
No importa... Pero el precio es casi el mismo que ir de avión... Bueno, lo voy a pensar mejor. ¿Y cuánto demora? En avión, unas 15 horas (por supuesto que no hay vuelos directos entre montreal y bozeman) y en bus unas 60.
Claro, como ya desistí de la idea de hacer dedo, se me hace la idea de que no hay apuro, son sólo 60 horas en bus, puedo salir con un par de días antes y... ¡llegar atrasado! Pero cómo, ¿Entonces vuelta a salir con 4 días de anticipación? Sólo entonces me di cuenta de cuan utópica era mi idea de hacer dedo, y más aún, de que ya faltaban 4 días y no alcanzaba a salir a tiempo para el bus de ese día, por lo que incluso en bus llegaba atrasado.

Obligado a tomar un avión.
Se me ocurrió volver a la idea del dedo, y tomar un vuelo hasta una ciudad próxima a bozeman, pero en canadá, y desde ahí seguir por tierra. Y claro, los vuelos a calgary son directos y más baratos. Pero llego a medianoche, no puedo hacer dedo a esa hora... No importa, como ahora voy en avión tengo tiempo de sobra. Duermo en el aeropuerto y me levanto temprano con el movimiento, entonces tengo dos días para llegar, y las ciudades se ven tan cerquita en el mapa, casi lo mismo que sao paulo de rio... Pero sao paulo no está cerca de rio... ¡¡¡Aaaaarrgghh!!! Bueno, ahí veré...

Comienza el viaje... (intro)

Y aunque ya partí hace un mes y medio, el viaje comenzó ahora. Queda pendiente la experiencia en LA, y por supuesto mi apreciación de lo que ha sido montreal hasta ahora, pero en general estas primeras semanas han sido más bien de burocracia, adaptación y reconocimiento.

Un verdadero viaje debe comenzar por trazar y experimentar esa ruta que divide el inicio, el punto de partida, del resto del viaje, del durante.
Las cosas como están no hacen fácil tener esa experiencia. Subirse a un avión desde un aeropuerto en santiago para bajarse de él en un otro aeropuerto cualquiera, resulta un poco como un engaño, como encerrarse en una pieza mientras afuera el resto cambia la decoración y los personajes. El viaje no lo hace uno, parece que se hiciera desde afuera. Quizás por eso mismo, a pesar de lo absurdo de la ruta elegida para ver a mis amigos en montana, tenía tantas ganas de comenzar este viaje, y a pesar de no ser verdaderamente más conveniente que haber tomado directamente un avión, me obstiné en realizarlo por tierra.
La primera sensación antes de comenzar el viaje, quizás se deba a esa necesidad después de más de un mes 'fuera' sin haber todavía 'realizado' el viaje. Las ganas de abordar el bus, auto o lo que sea y estar obligado por varios días a no hacer nada más que observar el tránsito del paisaje y meditar. 'Comenzar el viaje': desconectarse forzosamente de lo que ocurría antes y observar durante ese lapso de tiempo como el paisaje cambia, como efectivamente se va dejando un lugar y se aproxima a otro, sutil y continuamente diferente.