vendredi 28 août 2009

Montreal

Y de pronto apareció, súbitamente, una noche cualquiera.
Durante la tarde anterior intuí su presencia, pero no me convencí de ella. En la noche entró a mi cuarto y posó su manto sobre mi espalda, y al despertarme fríamente al amanecer antes de irse, aún conservaba esa frescura que yo ya había olvidado... No fue hace tanto tiempo de la última vez, pero parece que lo fuera.
3 meses para ser más preciso. Hace ya tres meses que estoy acá, y el romance llega a su fin. Cual amantes furtivos ante la súbita aparición del cónyuge, no hubo tiempo ni de decir adiós. El verano se fue, y como un 28 de febrero cualquiera, al día siguiente ya no estaba. Todo era ya marzo.
Me costó darme cuenta, a pesar de la transición tan repentina, casi instantánea, de que la ciudad había cambiado. Científicamente puede ser sólo una onda polar, pero el aire frío y seco coincidió exactamente con la bulla, el tráfico, la contaminación, la vuelta a clases, etc. Y claro, aunque a veces casi no lo parezca, montreal es una gran ciudad, y los últimos meses ha sido una gran ciudad en verano, una ciudad de vacaciones.
Recordé entonces la falsa impresión que puede dar santiago a alguien que llega en enero y febrero, y aunque estaba conciente de ello cuando llegué acá, creo que ya lo había olvidado.
Y aunque a la pregunta de 'si me gusta montreal hasta ahora' siempre contesté que no lo sabría hasta pasar un invierno, en mi mente sólo estaba el clima, y no la actitud de la ciudad misma.
Técnicamente aún es verano, y la ciudad aún estalla en festivales de todo tipo y actividades varias, pero es claro que algo cambió. Y aunque para ser una gran ciudad, aún pareciera que los grandes males comunes a todas ellas acá son menores, ya no es lo mismo.
Mi mitad chilena se alegra de por fin poder pasar un día sin sudar, mi mitad brasileña ya tiene saudade del aire espeso y la brisa sofocante. Mi cerebro malformado en santiago me dice 'viste?' como si el tráfico y el smog fuera el estado natural de las cosas. Pero luego recuerdo que uno de cada veinte personas que conozco tiene auto, una de cada cinco tiene celular, ocho de diez conducen diariamente su bicicleta, dos de tres tienen televisor, dos de veinte ven televisión... Y recuerdo que la última vez que yo vi televisión fue para ver el partido chile-paraguay. La gripe porcina ya no existe en mi mente, y aunque eso no sea tan raro, ciertamente lo raro es que no fue reemplazada por ningún otro intento de fobia inducida. No sé nada de la crisis económica mundial (sólo de la personal), ni tengo idea de a cuanto está el dólar... Y vivo en una ciudad de 3.5 millones de habitantes (ok, dos millones sin los suburbios). He asistido como a quince
conciertos, he pagado por entrar a sólo cuatro de ellos. He visto sólo tres shows de fuegos artificiales, porque la verdad no me interesan mucho. He ido a varias fiestas y actividades en la calle, algunas en calles principales (se entenderá porque no mucha gente tiene auto). He visto un par de películas al aire libre (he estado flojo con el cine, pero por fin vi 'blow up'). Voy a nadar un par de veces por semana a alguna de las piscinas del barrio, donde lo único que me piden para entrar es que me duche antes (no pues, no sólo a mí, a todo el mundo... me refiero a que no hay que pagar ni ser socio ni tener carnet de identidad ni nada). Duermo en un box spring de dos plazas que me encontré en la vereda...

El romance con la montreal de vacaciones terminó, pues la montreal del resto del año me coquetea con sus cartas de otoño y me pide que la disculpe anticipadamente por sus pies fríos cuando finalmente venga a dormir conmigo. Me promete a cambio que sabrá como compensarme, y yo la verdad no me imagino cómo, pero le creo.